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Bogotá cumple 481 años desde cuando el 6 de agosto de 1538 Gonzalo Jiménez de Quesada a nombre del emperador Carlos V de España invadió el confederado de los muiscas. Miles fueron los indígenas masacrados y millones sacrificados desde el "descubrimiento".
Tisquesusa, el último Zipa de Bacatá, nuestro héroe de la gesta histórica, fue asesinado por las tropas invasoras en Facatativá en 1538, previo sometimiento de Suba, Chía y Funza y del robó de nuestros tesoros de oro. Las flechas y piedras no resistieron a la caballería y el uso inmisericorde de la pólvora en manos de los forajidos españoles.

 

No obstante esta cruda historia el himno de Bogotá dice en su segunda estrofa:

“Tres guerreros abrieron tus ojos

a una espada, a una cruz, y a un pendón

Desde entonces no hay miedo en tus lindes

ni codicia en tu gran corazón”.

 

La literatura surrealista, del maestro Pedro Medina Avendaño quien compuso la  letra que pasó a ser el himno de Bogotá en 1974, es una oda al imperialismo con un romanticismo que falsea la realidad,  la segunda estrofa debería decir:

Tres guerreros sacaron tus ojos

a una espada, a una cruz, y a un pendón

Desde entonces no hay miedo en tus lindes

ni codicia en tu gran corazón.

Y es que precisamente a punta espada y adoctrinamiento de la “Sagrada Inquisición” y seguramente de algunos judíos,  los indígenas fueron sometidos por una jauría de asaltantes que vinieron desde España a saquear.  Así se fundó SantaFe de Bogotá.

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