-Buenas noches, que grupito busca, Buenas noches ¿una serenata?, Buenas noches, somos los mejores mariachis, buenas noches, que canción busca.
- ¡aja, te prendemos la rumba donde sea! -, se alcanza a escuchar a lo lejos un sonoro acordeón, que se mueve a la ventana de un taxi. 
 

A pasado ya una hora, la temperatura ha bajado y lo clientes no aparecen. Aunque todos aseguran trabajar por gusto y por pasión a la música, la mayoría acepta que lo hace por necesidad, “¿usted sabe que es aguantarse este frío todas las noches?” dice Gerardo Norresqui, perteneciente al grupo Luna de Chapalá.

 
Diego de La Vega, es el nombre artístico del cantante de Voces de America. Un hombre alto y acuerpado que conserva un característico bigote tipo mexicano y comenta con orgullo que “la playa” esta consolidada como el lugar de los mariachis “así como en México existe la Plaza Garibaldi acá en Colombia existe la Playa” y asegura que para un trabajo como ese, la mayor virtud debe ser la paciencia.
 

“Dios nos da el permiso de ser artistas”, dice con la mirada perdida en el horizonte, mientras habla de lo difícil que esta la situación, razón por la cual tiene la fortuna de trabajar como artesano en un local de San Andresito.
 

Solitario, apesadumbrado y con la mínima intención de seguir caminando, aparece en una de las esquinas un hombre de aproximadamente 55 años, Guillermo Rodriguez. Carga  a sus espaldas una guitarra, como si fuera la cruz de su salvación, sus gestos dicen más que sus palabras que apenas se escuchan, al tratar de contar que la vida no ha sido muy generosa con él.
 

Es viudo,  le han matado a dos de sus tres hijos y vive solo.  Antes tocaba en las Acacias en un trío, pero se desintegró hace tres años, tiempo que lleva en “La Playa” rebuscándose el dinero para sobrevivir. Porque aunque su tercera hija de vez en cuando le envía dinero desde Venezuela, tiene que correr solo con los gastos de vivienda, transporte  y alimentación.
 

Para Rodriguez, es una aventura lo que vive cada noche en “La Playa” que recorre en busca de un grupo que lo quiera vincular. Si corre con suerte puede conseguirse  120.00 pesos, de lo contrario regresará a su casa con los bolsillos vacíos y es que el no entiende porque la Alcaldía Local los tiene tan olvidados.
Así como Rodriguez, la mayoría de estos artistas piden un mínimo de atención por parte del gobierno. “no tenemos apoyo de nadie, todo se centró en la politiquería, y nosotros que?, han prometido muchas cosas pero nunca cumplen nada, hace tres meses tenemos un CAI  en la esquina, pero acá toca aplicar es el autocuidado”, comentan Clara Inés Rodríguez, de “Amor mexicano”.
 

Todos ellos hablan con la añoranza de que algún día las cosas mejoren, aunque las esperanzas se ven agotadas. Los grupos ofertados en el Directorio de Las Paginas Amarillas, son la peor amenaza para estos artistas, que han pasado de 10 serenatas en la noche a tan solo 6, “mientras acá cobramos doscientos mil pesos por una serenata, en el directorio se regalan por noventa y les enciman video, flores, afiche, la situación esta muy difícil”, así lo explica Sandra Ortegón, cantante de “Mariachi Imperial Acapulco”. 
Sentada en el borde de una pared y con una larga falda azul, Ortegón bebe un poco de tinto para intentar calentarse, mientras el cielo amenazante deja caer algunas débiles gotas sobre su cara. Ella asegura que su trabajo es un constante rebusque, que pese a que trabajar de noche la beneficia porque en el día tiene más tiempo para sus hijos, la sobrepoblación de músicos, las paginas amarillas, la competencia desleal y los músicos improvisados se convirtieron en un verdadero dolor de cabeza.
 

- El desempleo nos esta afectando directamente, cuando alguien no consigue trabajo viene y se para acá con una guitarra y cree que por eso ya es músico y  se regala por cualquier peso, entonces donde quedamos nosotros.
 

El desempleo esta afectando directamente a este gremio, en el que la mayoría es consiente de su informalidad. No hay EPS, no hay pensiones, no existe ningún tipo de ayuda por parte de nadie,  a nadie le interesa hacer este lugar mas organizado ni prestarle algún tipo de atención y aunque muchas veces han hecho su aparición para prometer algún tipo de apoyo, todo se ha quedado en “pañitos de agua tibia”.
José Ramón Bermúdez, encarna a Diomedez Díaz, Su cuello y muñecas están llenos de accesorios y en sus manos sobresalen anillos parecidos a los que usaba el cacique.

Es el vocalista de Orgullo guajiro y jamás menciono su gusto por la música. Trabaja allí por pura y física necesidad.
Tras cada frase que termina, no puede faltar su característico ¡y Aja! Se expresa con un fuerte tono de voz y asegura que la situación de los músicos de “la playa” esta muy difícil ¡y aja ¡ - usted cree que uno va a aguantarse este  frío tan berraco por puro gusto no ¡ y aja! acá nadie nos apoya en nada, estamos apartados de todo” y ¡aja!.
José Ramón, es desplazado por la violencia. Viene de la Guajira y trabaja en “la playa” porque allí encontró una manera de sobrevivir, un lugar donde se siente como un refugiado.

 
Amable, imponente y servicial aparece Lucy Ruiz, quien mientras se toma un café en la panadería cuenta con orgullo que como ocupación alterna entró al Consejo Distrital Local de Cultura para el periodo comprendido entre los años 2010 al 2014.
 

Lucy pertenece al grupo de mariachis San Pedro Tlaquepaque, lleva 20 años en “La Playa” y pretende luchar por el artista mayor y el de trayectoria. Y aunque le apasiona la música evidentemente trabaja por necesidad.
 

“Ojala existieran movimientos políticos libres de corrupción que brindaran un apoyo a estos artistas, a los que adultos mayores y a los que le han dedicado toda su vida a este lugar”. Además esta mujer emprendedora tiene la esperanza de que algún día “La Playa” se pueda consolidar como Patrimonio Cultural.
No se explica como es posible que en los eventos que el distrito organiza, no se les tenga en cuenta. Localmente se realizan programas culturales y son contratados artistas de otros barrios, esta podría ser una forma de apoyo.
 

Doce y treinta de la noche el frío acobarda a algunos, la amenaza de lluvia desaparece, la venta de tintos aumenta y las voces e instrumentos aguardan en silencio mientras se avecina una oportunidad de ser escuchados nuevamente. 
 

Ojalá la Alcaldía local de Chapinero promoviera programas que mejoraran la calidad de vida de estos extraordinarios artistas,  velara por su seguridad social y difundiera sus talentos como muestra de apoyo.

Fotografía: Mariachi  Az Ranchero                                                                                          

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