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A los 481 años del genocidio Muisca, cumpleaños de Bogotá

Ago 4, 2019

 

Bogotá cumple 481 años desde cuando el 6 de agosto de 1538 Gonzalo Jiménez de Quesada a nombre del emperador Carlos V de España invadió el confederado de los muiscas. Miles fueron los indígenas masacrados y millones sacrificados desde el “descubrimiento”.
Tisquesusa, el último Zipa de Bacatá, nuestro héroe de la gesta histórica, fue asesinado por las tropas invasoras en Facatativá en 1538, previo sometimiento de Suba, Chía y Funza y del robó de nuestros tesoros de oro. Las flechas y piedras no resistieron a la caballería y el uso inmisericorde de la pólvora en manos de los forajidos españoles.

 

No obstante esta cruda historia el himno de Bogotá dice en su segunda estrofa:

“Tres guerreros abrieron tus ojos

a una espada, a una cruz, y a un pendón

Desde entonces no hay miedo en tus lindes

ni codicia en tu gran corazón”.

 

La literatura surrealista, del maestro Pedro Medina Avendaño quien compuso la  letra que pasó a ser el himno de Bogotá en 1974, es una oda al imperialismo con un romanticismo que falsea la realidad,  la segunda estrofa debería decir:

Tres guerreros sacaron tus ojos

a una espada, a una cruz, y a un pendón

Desde entonces no hay miedo en tus lindes

ni codicia en tu gran corazón.

Y es que precisamente a punta espada y adoctrinamiento de la “Sagrada Inquisición” y seguramente de algunos judíos,  los indígenas fueron sometidos por una jauría de asaltantes que vinieron desde España a saquear.  Así se fundó SantaFe de Bogotá.

 

El mismo Jiménez de Quesada en sus memorias se refiere a sus hombres así: “me parece, como si nos hubiera quedado a todos una buena porción de locura, pues qué otra cosa puede ser sino locura guerrear contra indios inocentes, y abandonar su patria para robar objetos sobre los cuales no se tiene el menor derecho”. Una singular confesión en boca de un conquistador […]”

 

Grabado de Theodor de Bry que representa el controvertido relato de Bartolomé de las Casas sobre la destrucción de las Indias, 1552.

 

Santafé fue la sede del gobierno de la Real Audiencia del Nuevo Reino de Granada (creada en 1550). A partir de 1717 fue capital del Virreinato de la Nueva Granada, acogiendo a los virreyes, tras haber disputado con Cartagena de Indias la sede virreinal. En 1819 se convirtió en capital de la Gran Colombia hasta 1830, cuando este estado se disolvió dando inicio a las repúblicas de Ecuador, Venezuela y Colombia (Panamá se separaría en 1903).

“El nombre de Gonzalo Jiménez de Quesada es bastante conocido en la historia de Colombia por haber sido el fundador de Santafé de Bogotá y haber comandado la primera expedición conquistadora en tierras de los muiscas. Sin embargo, no debemos olvidar que esta misma expedición, realizada durante los años de 1536 y 1537, fue la que estableció el dominio sobre el interior del país y consagró al río Grande de la Magdalena como la principal vía de comunicación entre la costa Atlántica y las regiones montañosas centrales. Esta sería la ruta de transporte de mercancías y pasajeros en los siglos venideros, permitiendo que el oro, la plata y otros productos secundarios llegaran hasta los puertos del Atlántico y de ahí a Europa, desde donde se enviaban el vino, los textiles y las manufacturas que dieron forma a las sociedades a ambos lados del océano. La importancia de esta expedición, desde este punto de vista, es lo que se quiere destacar en este breve artículo.

Debemos comenzar por ubicarnos a mediados de la década de 1530, cuando solo se empezaban a explorar las costas de lo que más tarde sería Colombia y se tenía una vaga idea de sus recursos y su geografía. Desde hacía cerca de cuarenta años, los europeos se habían instalado en las islas Antillas y desde su base de operaciones en Santo Domingo y luego desde Cuba, habían explorado toda la región Caribe en busca de poblaciones indígenas que pudieran saquear y de recursos que pudieran exportar. El procedimiento empleado era establecer campamentos temporales en las costas de tierra firme que servían de bases de operaciones mientras se saqueaban y atacaban los pueblos indígenas vecinos. El botín era luego llevado a las Antillas. Lugares como Santa María de la Antigua del Darién habían surgido de ese modo y tuvieron una efímera existencia. Pero a medida que las poblaciones indígenas disminuían por la guerra y las enfermedades, o se retiraban hacia el interior del continente, fue necesario establecer poblaciones más permanentes y de este modo se empezaron a fundar ciudades costeras y portuarias como Santa Marta (1525) y Cartagena (1533). Desde ellas continuó el saqueo de los pueblos cercanos y la exploración del territorio.”[1]

 

La deuda económica, social y humana de Europa deberá ser reclamada… la historia se repite de vez en cuando, por el momento por ésta razón nunca cantó la segunda estrofa del himno de Bogotá.