Por Germán Izquierdo Manrique (2006)
Bogotá se terminaba en la iglesia de San Diego. La ciudad medio aldeana de principios del siglo XX dejaba de existir en ese punto para convertirse en campo, en el camino del norte, por donde transitaban coches tirados por caballos que embarraban sus patas en una vía bordeada de árboles que pasaba por la fábrica de Bavaria —donde empezaba la Sabana— y llevaba a Chapinero.
Sí, por muchos años, el que después se convertiría en uno de los barrios más tradicionales y populosos de la ciudad, fue un caserío en el que las familias más adineradas de Bogotá tenían sus haciendas, y sus quintas de recreo. Por donde hoy pasan motos, miles de carros de todos los colores; donde la gente camina apresuradamente y se levantan grandes edificios, allí quedaban casas campestres con nombres como La Helenita, Capricho ySuamena. Una de ellas pertenecía al poeta José Asunción Silva.
Con los años, el caserío se empezó a pegar a la ciudad. Las distancias se acortaron. Los temblores de 1917 hicieron que varias familias se trasladaran del centro de Bogotá a este sector de la capital. El bogotazo aceleró el cambio en la fisonomía de la ciudad. Después de los saqueos, la gran mayoría de comerciantes abrieron locales en el sector de Chapinero y entonces, como anota Andrés Samper Gnecco, “hasta en su nomenclatura se unió a Bogotá.”
Punto neurálgico de Bogotá
Desde que en 1885 don Demetrio Padilla abrió su almacén, El Maniquí —en la calle 62 con carrera 13— el comercio en Chapinero no ha parado de crecer. Basta con darse un paseo por la carera 13, desde la 39 hasta la 68, para ver la gran cantidad de tiendas de zapatos, pastelerías, locales de telas, joyerías, carnicerías con precios de joyería y almacenes de ropa de todas las marcas y precios. De todo se consigue en esa recta avenida que desde los años cincuenta y setenta ha sido el centro de comercio más frecuentado de la ciudad.
Hoy en día Chapinero cuenta con aproximadamente 166 000 habitantes y una población flotante de más de 500 000 personas. El viejo barrio Chapinero —que iba de la calle 50 hasta la 67, entre carreras 13 y Quinta— hoy forma parte de la Localidad Nº 2 del mismo nombre (lo que no deja de crear confusiones), con 49 barrios más, que ocupan 3 846 hectáreas, donde se encuentran incluso chapinerunos campesinos que viven detrás de los cerros que vemos desde la ciudad.
De caserío, a centro financiero, comercial y empresarial
El actual Chapinero es reconocido por ser el sector con mayor cantidad de centros de educación superior: las universidades Javeriana, Santo Tomás, la Distrital y la Piloto, entre otras, forman para de la Localidad. También se encuentran tradicionales colegios como el Liceo de Cervantes y el Gimnasio Moderno, institución que contribuyó a
modernizar la educación colombiana. Quizá el referente más conocido de Chapinero es la Iglesia de Lourdes, situada en la carrera 13 con calle 63. El templo, de estilo gótico, empezó a edificarse en 1875 y, tras los temblores de 1917, quedó parcialmente destruido. Día a día, cientos de personas transitan por la plaza que lleva el mismo nombre de la iglesia: pasan, espantando palomas, al lado de las filas de emboladores, artesanos, fotógrafos y vendedores de golosinas. Más al norte, entre la calle 72 y la 94, se halla el centro financiero y comercial más importante de Bogotá. En la 72 con Séptima se encuentran las sedes de los principales bancos y, dos cuadras más al norte, la bolsa de valores de la ciudad, la más estable de Latinoamérica.
En la actualidad, la Localidad cuenta con tres importantes núcleos de turismo y comercio, en el sector de la calle 82: los centros comerciales Andino, Atlantis y el Retiro —recientemente inaugurado— constituyen un punto comercial que satisface las necesidades de habitantes y turistas.
Alrededor del parque de la 93, y en la hoy llamada zona G (69 y 70 con carrera Quinta), abundan hoteles de primera clase, tiendas de moda, restaurantes de todo tipo de comida, bares y discotecas. Sobre la 69A con Novena, rodeada de exclusivos restaurantes y de las enormes casas de estilo inglés del barrio Quinta Camacho, sorprende la presencia de una estatua de Giordano Bruno, el filósofo italiano, acusado de hereje y el un campo de flores mandado a quemar vivo por el Santo Oficio, hace exactamente 406 años.
Alguna vez en este territorio —precisamente en la calle 59 con carrera Séptima, donde hoy queda una bomba de gasolina— vivía un fabricante de chapines, como llamaban a unos zapatos de suela de madera que se amarraban al tobillo. La gente empezó a llamar el lugar Chapinero… y a poblarlo.