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Proyectando la vida entre cuerdas y teclados

Nov 30, 2021

Por: Nidia Acevedo Botello

Comunicadora Social – Periodista

Mientras las noticias en la televisión, la radio y las redes sociales hablan de pandemia, de inseguridad, de gente inconforme y de protestas juveniles para exigir más y mejores oportunidades, en algún lugar de la localidad de Engativá una joven mujer dedica gran parte de su vida a practicar violín, piano y canto, instrumentos que desde muy pequeña la acompañan entre amores y desamores y hoy, le han dado las alas suficientes para volar lejos. Juanita Sánchez Robelto, a sus 22 años posee una larga trayectoria y un futuro promisorio en su carrera musical, la cual complementa con las habilidades adquiridas durante su formación en gestión de procesos industriales, donde la disciplina y la perseverancia han sido el secreto para exterminar sus miedos y proyectar sus sueños.

Su reto: estudiar música en la Universidad Nacional de Colombia, su meta: estremecer al mundo con su voz y ser reconocida internacionalmente como soprano colombiana. Una historia digna de conocer, admirar, aplaudir y mostrar. Juanita, además de su talento ha tenido el privilegio de contar con una bella familia que siempre la ha rodeado para garantizarle el apoyo incondicional que todo artista necesita en su proceso de avanzar.

El Hormiguero. ¿Cómo fueron sus inicios en el mundo de la música?

Juanita Sánchez Robelto. Desde muy pequeña me ha gustado la música. Mi papá toca la guitarra y siempre me gustaron las canciones en inglés, en el colegio cantaba en los festivales y en los English Day. Desde muy niña quería estudiar música y ser pianista, pero no funcionó en su momento, además escuchaba decir que la música no daba para vivir y que en la música es muy difícil conseguir trabajo. En mi familia no hay una persona cercana que esté en el medio, sin embargo, siempre me han apoyado.

E.H. ¿Cómo fueron los primeros acercamientos con el aprendizaje musical? 

J.S.R. Yo alcancé a tener un violín a mis diez años, pero no me gustó. Luego, cuando tenía quince aprendí a tocar piano, recuerdo a un compañero del colegio que me enseñó a leer partitura en piano, pero super básico, el resto lo sacaba a oído yo sola. El colegio ofrecía la opción de aprender un instrumento, pero el profesor no tenía un acompañamiento real conmigo, me pasó el estudio Czerny Op 599, medio explicaba y me dejaba sola en el salón practicando. Eso fue algo triste porque me desanimó y creo que por eso no seguí con el piano en ese momento.

E.H. ¿Y continuó buscando la formación académica musical?

J.S.R. Luego de graduarme del colegio decidí estudiar en la universidad ECCI tecnología en gestión de procesos industriales, allí recibí el impulso para estudiar música a través del área de bienestar donde comencé con un taller de técnica vocal. Desde el primer semestre aprendí muchas cosas de las que no tenía idea porque nunca había tomado clases de canto, mi primer maestro fue Billy Josepha. En el segundo semestre mi mamá me regaló un violín y tomé clases con el maestro Jorge Arciniegas. Recuerdo un día mientras esperábamos la clase de violín nos pusimos a cantar fuera del salón y el profesor Mario Díaz escuchó y me dijo que cantaba muy bonito y me invitó a hacer coros en la banda de Rock. En el ensayo me fue bien porque encontré canciones conocidas y a la semana siguiente ya estaba haciendo la primera presentación. Con el tiempo el profesor Díaz vio que yo tocaba el piano y el violín y así resulté participando en todas las bandas de la universidad: de rock, metal, ska, música clásica y en la orquesta de cuerdas.

E.H. ¿Ha compartido sus conocimientos musicales?

J.S.R. Cuando empecé con las bandas, el profe Mario Díaz me dio la oportunidad de trabajar en la fundación Polifurcaciones, donde daba clases de piano y de iniciación musical, ésta última a niños con síndrome de Down. Yo soy una persona muy paciente para enseñar, buscaba estrategias para hacerme entender de mis alumnos y que no se aburrieran, fue una experiencia muy bonita. Recuerdo que enseñaba las notas musicales apoyada con mi piano, les enseñaba ritmo, la clave de Sol, la clave de Fa, partituras y formas musicales, conocimientos muy básicos. Con los niños especiales tenía pelotas de colores y ellos relacionaban una nota con un color y así aprendían mientras jugábamos. Luego me tuve que salir porque debía hacer prácticas de la carrera y eso me consumía todo el tiempo, porque trabajaba en Tocancipa y estudiaba de noche.

E.H. ¿A qué se dedica en este momento musicalmente hablando?

J.S.R. Actualmente estoy trabajando con eventos y canto en misas. También empecé a pensar dónde estudiar música y la Universidad Nacional fue mi primera opción y para prepararme he tomado clases con las maestras Nancy Huerfano, Yarley Cárdenas y Beatriz Mora, todas muy talentosas. Con ellas preparé el repertorio de la audición y estoy esperando los resultados.

E.H. ¿Ha encontrado obstáculos en su carrera musical?

J.S.R. Muchísimos. He aprendido que la música es muy odiosa (risas). Hay días en que la voz no te sale bien, con el violín me pasa que hay días en que siento que toco superlindo pero en otros días siento que es lo peor. Con el violín tienes que pensar en el arco y en la afinación por oído porque no tiene los trastes como una guitarra y con el canto es mas de aprender a sentir y autoconocerse.

E.H. Enseñanzas que le haya dado la música…

J.S.R. La música te enseña a ser responsable, te enseña métodos de estudios diferentes y que si pasas tiempo y no practicas, pierdes muchísimo. La música es de practicar todos los días, de estudiar, porque si no, no te da frutos. Antes era más insegura y ahora, desde que canto, he ganado más seguridad en mí misma tanto en la vida personal como en escena. Antes no me arreglaba tanto, ahora sí me ocupo más de mi imagen. Además, tengo asma y el canto me ha ayudado porque aprendí a respirar.

E.H. ¿En qué nivel se ubica actualmente?

J.S.R. Estoy en un básico intermedio porque escogí el canto lírico que es el más difícil de todos.

E.H. ¿Por qué escogió el canto lírico?

J.S.R.  Es muy bonito, además de ser un reto. Siento que si lo aprendes ya puedes cantar de todo, aparte de que es muy sentido, muy expresivo.

E.H. ¿Qué proyectos tiene en su carrera musical?

J.S.R.  El futuro que veo ahorita es el de graduarme y después irme a realizar una carrera más internacional, cantar en escenarios europeos y representar al país. Muy poquitos son los artistas que han logrado salir de Colombia, yo conozco a Ángela Contreras, la contrabajista de la orquesta Mariinsky y a Santiago Cañón el chelista. Que chévere que digan: “Juanita la soprano de Colombia está en todo el mundo” (risas).

E.H. ¿Cómo ha influido su familia en la carrera musical?

J.S.R. Mi familia siempre me ha apoyado y creo que eso me da fuerzas para seguir y no rendirme, porque a veces da duro no tener avances rápidos, pero ellos siempre han sido mi apoyo fundamental.

E.H. ¿Desfallece a veces?

J.S.R. En contraste con la ingeniería, cuando veía un tema como ecuaciones por ejemplo, era cuestión de hacer ejercicios una semana y ya, pero en la música a veces por más que te dediques una semana no te sale, eso a veces desanima. Me pasó hace poco con el repertorio que tuve que presentar a la Universidad Nacional, yo tenía la partitura y estaba estudiando con gran dedicación, pero a la hora de cantar no salía la nota que yo quería. Lloré de la frustración, pero al fin lo logré, por eso digo que la música es muy odiosa a veces.

E.H. Satisfacciones que le haya traído la música en su vida…

J.S.R. Es chévere cuando a la gente le gusta lo que tú haces y lo que les transmites. Recuerdo una vez que mi tío nunca me había escuchado cantar y una vez me escuchó ensayar el ave maría, se emocionó tanto que terminó llorando. Es bonito cuando la gente se acerca a decirme que canté muy lindo y a darme las gracias o en los eventos cuando recibo aplausos. Eso es algo que sólo la música y el arte te lo pueden entregar, porque si te pones a mirar en otro empleo no recibes el cariño, la ovación y el reconocimiento que produce la música. Además, si te canto el Ave María por ejemplo, la próxima vez que la escuches te vas a acordar de mí, porque te dejé una huella a partir de esa sensación.

E.H. La Orquesta Filarmónica de Bogotá ofrece formación musical gratuita mediante los Centros Filarmónicos en cada localidad. ¿En su formación, tuvo alguna oportunidad similar?

J.S.R. Con la Filarmónica no alcancé porque ya estaba muy grande, pero las clases que recibí en la universidad ECCI en el área de bienestar fueron gratuitas. Ya con las maestras de canto las clases son privadas y las he pagado de manera particular.

E.H. ¿Qué opina de estas oportunidades que ofrece la Orquesta Filarmónica de Bogotá?

J.S.R. Es muy chévere porque un problema que suelen tener los artistas es que no tienen recursos para las clases, entonces es una opción muy buena para perseguir los sueños. También influye la opinión de los papás porque a veces al niño le gustan las artes, pero si no rinden en las materias convencionales prefieren pagarle clases de matemáticas o sociales. Es darle la oportunidad a la gente para que libere su potencial.

E.H. Desde su experiencia y trayectoria, ¿qué mensaje daría a los jóvenes que están empezando?

J.S.R. Les diría que si no hacen lo que les gusta, seguramente van a encontrar trabajo, pero si hacen lo que les gusta nunca van a tener que trabajar porque trabajar se vuelve un placer. En todas las carreras hay mucha gente saliendo, en todas las áreas hay un nivel fuerte de gente buscando trabajo, entonces esa no es la excusa para no estudiar música, simplemente es cuestión de arriesgarse y ya. Que no dejen pasar mucho tiempo, si son niños, están justo a tiempo, pero si son grandes, también se puede. Les tocará esforzarse un poquito más, pero lo logran. Que sigan sus sueños.