“El ascenso meteórico de los gigantes digitales a escala internacional ha planteado un buen número de perturbadoras cuestiones sobre la concentración del poder político, económico y social en manos de los intermediarios tecnológicos”.
Egveny Morozov
Luego de comienzos relativamente modestos en los campos de la publicidad, de la compra online y la industria del entretenimiento, las empresas tecnológicas basadas en plataformas software para la gestión y consumo de contenidos digitales, han expandido el rango de sus operaciones, ofreciendo una creciente colección de servicios y un crecimiento exponencial en sus facturaciones a escala global.
El pasado 11 de junio de 2018, el gobierno de EEUU a través de Federal Communications Commission (FCC), organismo que regula las telecomunicaciones, decretó el fin de la neutralidad en la red de redes. Una caja de pandora cuyas consecuencias tarde o temprano llegarán los países de nuestra región impactando en los costos y calidades por los servicios de banda ancha que contratamos.
En EEUU, la Internet se consideraba como un servicio público de telecomunicaciones y la aplicación de neutralidad de la red impedía a las empresas proveedores de servicios de banda ancha para telefonía fijo o móvil manipular el flujo de la red.
Decretada la modificación, las empresas proveedoras de este servicio podrán intervenir en el tráfico de los paquetes de contenidos que viajan en la red Internet. La característica de la intervención es de las siguientes formas:
1) Bloquear cualquier contenido legal o paquete de datos (sin importar su origen, dispositivo o destinatario).
2) Ralentizar en su vía un contenido o aplicación sobre los demás, y
3) Favorecer cierto tráfico sobre otro, creando líneas más rápidas para unas aplicaciones a cambio de una contraprestación.
Las combinaciones de formas para manipular el tráfico en la red serán aplicadas según los contratos acorados entre las empresas de telecomunicaciones (ISPs) y las empresas proveedoras de contenidos (Netflix, WhatApps. Facebook, Instagram, Google, Amazon, Alibaba, etc.) que tiene abonados o usuarios/clientes (ciudadanos) en el mercado norte americano.
Al organizar la información en paquetes simples de datos, los estadounidenses Bob Kahn y Vinton Cerf- consiguieron lo impensable: conectar redes muy diversas entre sí mediante el protocolo TCP/IP. A partir de 1980 dieron un lenguaje universal a la red de redes Internet. A este desarrollo tecnológico se le sumó la regulación política. El concepto de neutralidad definió que todos los paquetes de datos deben ser tratados igual. Por lo cual, los proveedores de conexión Internet y/o los operadores de banda ancha pueden discriminar arbitrariamente ningún paquete de datos.
Durante la mayor parte de su historia, Internet fue lo bastante neutral como para garantizar la innovación y la competencia equitativa en algunos países. El modelo Silicon Valley fue el paradigma de casos de éxito en las Start Ups de empresas para negocios globales basados en software. Pero desde el año 2000 se inició un fuerte proceso de concentración. Así Google y Facebook se quedaron con el negocio de la publicidad online. Netflix, con el cine y las series por streaming. Amazon y Alibaba, con el comercio electrónico. También se concentró el negocio de las telecomunicaciones en proveedores de conexión y de infraestructura a Internet como AT&T, Comcast, Verizon, Xfinity, Spectru.
A los primeros les convenía la neutralidad. A los otros, no
La Neutralidad de la Red es un concepto abstracto que supone convertir a la Red en una autopista abierta a la circulación de todo tipo de vehículos sin restricciones. Los usuarios/ciudadanos ¿decidimos? en qué vehículos viajaremos por la red, siendo el vehículo las aplicaciones de contenidos que utilizamos y el mercado de telecomunicaciones el que pone las reglas. Con el fin de “neutralidad de la red”, esta autopista pasa a tener peaje. De manera que algunos vehículos deberán pagar por circular por ella. Es más, se llegará a la posibilidad de poder pagar para conducir más rápido o incluso a la situación de que cuando intentes circular por ella, el propietario de la vía te lo prohíba.
Ahora las empresas de telecomunicaciones podrán decidir si su abonado puede o no utilizar Netflix ya que podrían exigirte pagar un plus por utilizar esa plataforma o incluso podrían hacer que la calidad técnica fuera muy básica para forzarte a contratar sus propios servicios de streaming. También podrían establecer un límite mensual de fotos que puedes ver en Instagram y hacerte pagar más dinero por seguir viendo fotos y vídeos de manera ilimitada: bastaría con establecer un tope de Gigabytes mensuales para consumo de redes sociales. O cobrarte por jugar online, dado que consume más ancho de banda que estar leyendo este artículo. Además, si alguien crea un nuevo servicio de comunicación por voz al estilo de WhatsApp, podría ver cómo determinadas compañías de telecomunicaciones prohíben a sus clientes acceder a él porque esa red no tiene ninguna clase de acuerdo con esa empresa innovadora. Parece que ya no será bájate la App (aplicación) y listo.
La mayor concentración de empresas de contenidos siguiendo el modelo Silicon Valley se han desarrollado globalmente y hoy son los dueños de Internet. No son dueños de la infraestructura que posibilita autopista viajen sus paquetes de datos. Demandan cada vez mayor ancho de banda para sus contenidos; el 4K no se masifica porque la Internet actual no podría satisfacer la demanda de ancho de banda.
Los que invierten en la infraestructura de la red son las empresas de telecomunicaciones, los que demandan mayor ancho de banda y calidad del servicio son las empresas productoras y distribuidoras de contenido para el entretenimiento y la compra y venta global. Para salvar esta desigualdad, la nueva reglamentación para el acceso a Internet posibilita contratos de servicios entre ambos sectores del mercado de la convergencia. Desde esta óptica, Internet pasará a comportarse como una compañía de televisión por cable, donde el precio que se pague determinará la cantidad de canales/aplicaciones que el cliente puede utilizar. La discriminación comercial se hará por velocidades y por servicios concretos Netflix, Amazon, Aliaba, etc.
El decreto de la FCC sobre anti neutralidad obliga a los operadores y proveedores de conexión a Internet en Estados Unidos a hacer públicos sus acuerdos comerciales; es decir, la forma en que administran el tráfico. La cuestión es que estas tecnologías son cajas negras y, por lo tanto, detectar y fiscalizar abusos es un tema de expertos.
Para SiliconValley, Donald Trump es el enemigo público número 1 de Internet
En la Argentina la ley 27.078 establece en su artículo 57 que los prestadores de servicios de conexión a Internet no podrán bloquear, interferir, discriminar, entorpecer, degradar o restringir la utilización, envío, recepción, ofrecimiento o acceso a cualquier contenido, aplicación, servicio o protocolo salvo orden judicial o expresa solicitud del usuario. Y tampoco fijar el precio de acceso a Internet en virtud de los contenidos, servicios, protocolos o aplicaciones que vayan a ser utilizados u ofrecidos a través de los respectivos contratos.
Por ahora la neutralidad está garantizada, aun cuando en estos fríos días de julio asistimos a la modificación de la ley de medios audiovisuales por la llamada Ley Corta y la habilitación final a la fusión Cablevisión Telecom como Cablevisión Holding produciendo la mayor concentración de servicios digitales en el mercado local.
Las tramitaciones parlamentarías y de gobierno mediante el ENaCom y la Comisión Nacional de la Defensa de la Competencia muestran un único ganador, beneficiario de las políticas del gobierno del presidente Macri: el grupo Clarín y su macabro estratega Héctor Magnetto. El ¿gran diario argentino? tiene todos los abanicos de productos del mercado convergente de telecomunicaciones. Desde la producción y distribución de contenidos, infraestructura de red con fibra óptica, Tv por cable paga, red de telefonía celular, plataforma de contenidos por demanda (Flow), radios, canales de televisión y claro prensa gráfica. Con este tablero de herramientas tecno políticas los ciudadanos vamos a consumir contenidos verticalmente dirigidos por el grupo, pagar tarifas sin alternativas de mercado y fundamentalmente continuar el deterioro democrático que han sabido desarrollar.
Políticas opuestas a las del gobierno Macri Cambiemos, nos permitieron conocer y experimentar el Plan Nacional de Telecomunicaciones presentado en octubre de 2010. El mismo, es la planificación e implementación más seria realizada en Argentina sobre el desarrollo de infraestructura en telecomunicaciones a cargo del Estado Nacional desde la privatización en ENTEL a manos de Telefónica y Telecom.
Nunca se proyectó y realizó en nuestro país una infraestructura de telecomunicaciones terrestre (fibra óptica) y satelital que permite conectar a todos los argentinos como aquel. Fue el único hecho federal con miras a solucionar el problema estructural de conectividad de nuestro país. La empresa pública ARSAT es la operadora de telecomunicaciones que tuvo a cargo su implementación. También en el año 2015 desarrollo y presento ODEON renombrada CINEAR en el 2016. No fueron ni son simples cambios de fechas sino de una política que integraba en desarrollo argentino y una política que lo desacelero a punto muerto.
Una foto del tráfico, en constante cambio ascendente, en Internet muestra 3.900 millones personas conectadas. Más de la mitad de todos los habitantes del planeta. En lo que va del 2018, 35 billones son los mails enviados, 10.400 millones son las fotos subidas a Instagram, 100.000 millones los tuits emitidos y 2200 millones la cantidad de usuarios de Facebook. Se estima que para el 2020, unos 50.000 millones será el número de dispositivos de Internet de las Cosas, más de 5000 millones de smartphones.
Son muchas las voces que hablan del éxito del modelo SiliconValley al cual se le atribuye el meteórico ascenso al genio empresarial y tecnológico de sus fundadores. Frente a esta mitología de hippies individualistas produciendo en garaje informales resulta urgente que dispongamos de una interpretación crítica de la situación. Interpretación que explique su hegemonía a partir de los vacíos y lagunas dejadas por las aproximaciones complacientes a las TICs construidas durante el nuevo periodo inaugurado pos Guerra Fría.
Únicamente si comprendemos el contexto histórico y político en el que emergió esta nueva capacidad tecnológica, estaremos en condiciones de dilucidar la cuestión urgente de cómo crear alternativas a esta nueva forma de poder social y político que fortalezcan políticas de estado con centro en los intereses soberanos.
Alfredo Moreno
Computador Científico. Delegado FOETRA ARSAT. Profesor TICs UNM
Fuente: Motor económico
https://www.alainet.org/es/articulo/194010