Una manifestación festiva abrió el martes 9 de agosto en Montreal, Canadá, la 12da edición del Foro Social Mundial (FSM). Por primera vez desde su origen en el 2001 en Porto Alegre, el mismo se realiza en el “norte desarrollado”. Varios miles de participantes lanzaron así este encuentro internacional en el que el movimiento altermundialista se confronta no solo a reflexionar sobre sus utopías estratégicas sino también a compartir sus desafíos locales/diarios e interpelaciones de fondo. Y preguntarse sobre su propio futuro.
Los organizadores, positivos
Aunque parezcan lejanas e irrepetibles las grandes movilizaciones de apertura de las ediciones anteriores, sea en Brasil, India, Senegal, Kenia o Túnez, el joven Colectivo de Organización de Montreal reitera su mirada optimista. “Es erróneo decir que el FSM se está estancando. Vemos una vitalidad creciente”, anticipa Carminda Mac Lorin.
“Hay que superar la fractura entre el Norte y el Sur…las desigualdades humanas aumentan en todas partes”, subraya por su parte Raphael Canet, otro de los obstinados albañiles de esta convocatoria.
“Los problemas que vivimos en el Sur se viven de la misma manera en los países industrializados”, insiste por su parte Chico Whitaker, uno de los co-fundadores del FSM y uno de los intelectuales-militantes sociales más identificados con este espacio en construcción.
De la retórica a la realidad, una hipótesis preocupante que se barajaba ya desde el anterior FSM en Túnez (2015) parece sin embargo corroborarse. La política migratoria restrictiva de Canadá restringió la participación de representantes del Sur. Los datos lo comprueban: el 70 % de las solicitudes de visas para participar fueron rechazadas por las autoridades migratorias a pesar del esfuerzo gigantesco de los organizadores por destrabar esta encrucijada restringente.
Con los ojos del Sur
Tal vez los organizadores pecaron de cierta ingenuidad, pensando que como la convocatoria propugnaba valores como la solidaridad, se flexibilizarían las exigencias migratorias, reflexiona Filomena Siqueira, una de las responsables de Ação Educativa, pujante ONG brasilera implicada desde el inicio mismo en la dinámica forista.
En los primeros días de agosto ante la constatación de las dificultades para obtener el permiso de entrada, decenas de organizaciones canadienses e internacionales enviaron una misiva al Gobierno solicitando rápidas soluciones. Señalaban que los más perjudicados habían sido dirigentes sociales de República Democrática de Congo, Marruecos, Irán, Haití, Nigeria y Nepal. Las negativas de visas había también perjudicados a ciudadanos de Benín, Brasil, Burkina Faso, Ghana, Malí, Palestina y Togo.
Esa decepción explica la indignación y críticas a las autoridades de muchos de los participantes en la marcha de apertura que “fue muy colorida y participativa, con temas variados y bella participación ciudadana” enfatiza Siqueira, sorprendida positivamente de lo que se vivió el 9 de agosto.
Las primeras actividades se están desarrollando exitosamente, explica la dirigente brasilera que participó antes en una media docena de foros en distintos países del mundo. “Todo muy organizado a pesar de la amplia dimensión de la universidad que cuenta con varios campus lo que no facilita ubicarse bien en un primer momento”. Más de 1000 actividades auto-gestionadas se desarrollarán en los cinco días del Foro, en una maratón participativa, que, según los organizadores, podría reunir unos 50 mil participantes de un centenar de países.
Desafíos abiertos
El FSM, y Montreal lo está demostrando, sigue siendo un importante espacio para compartir ideas y prácticas en la perspectiva de construir sociedades más justas y un mundo mejor, posible y necesario, enfatiza Filomena Siqueira.
En ese sentido, aunque saluda la organización de varias conferencias centrales temáticas en esta edición –retomando lo que se vivió en las primeras ediciones de los FSM en Brasil-, advierte “que no se debe crear la expectativa que de las mismas va a llegar la verdad absoluta y que se va a promover una toma de posición en tanto Foro”.
Las reflexiones e intercambios que lograremos promover en Canadá, deben “ayudarnos al regresar a cada uno de nuestros espacios locales y nacionales, para seguir promoviendo la participación y el cambio”, insiste.
¿Podrá dar respuesta la edición de Montreal a la pregunta sobre el real estado del FSM y su potencialidad de futuro? Es una interrogante esencial, responde la dirigente de Ação Educativa de Brasil. “Pero no estoy de acuerdo con los que pregonan la muerte del Foro o anticipan que en Montreal se realizará el duelo del mismo”.
El FSM es “un espejo, un reflejo directo de los movimientos y organizaciones sociales, de la sociedad civil mundial. Los que anticipan la muerte del FSM deberían entonces decretar la muerte de dichos movimientos y organizaciones… No hay que olvidar que el FSM no es una institución en sí misma. Es un espacio que congrega, las luchas, pensamientos y sueños que se dan a nivel local”.
Mundo globalizado
Participar al movimiento altermundialista y apostar a otro mundo posible y necesario, implica reconocer que estamos todos en el mismo barco y todos sentimos los efectos de la mundialización en nuestra “Tierra Patria”. Pero es también cierto que las consecuencias sociales y medioambientales de esa globalización son diferentes en cada lugar, reflexiona el sociólogo suizo Jean Rossiaud, co-responsable del Foro Democrático Mundial.
“Y la sociedad civil que se organiza para defender o ampliar sus derechos es diferente en cada sitio, así como los movimientos sociales que transforman sus luchas según relaciones de fuerzas culturales, sociales y políticas”, continúa.
En ese sentido, hoy, aquí, en Montreal, “percibimos la diferencia con otros foros anteriores”, explica. En los cuales, como en Porto Alegre, se sentía la dinámica fuerte del Movimiento de los Trabajadores rurales sin Tierra (MST); o en Mumbai la de los Dalits, o en Belem de Pará, de los pueblos autóctonos. “Aquí es especialmente el movimiento estudiantil el que lo promueve para relanzar la dinámica de movilización creada hace tres años, ampliarla a otros actores e internacionalizarla”.
En cuanto a la reflexión sobre el futuro del FSM a promover en Montreal, Jean Rossiaud aporta claves de interpretación y propuesta. “Los FSM no deben desaparecer pero no pueden limitarse a ellos mismos y deben ser superados por otras formas de movilización social. Las mismas deben ser más descentralizadas y más continuas en el tiempo. Demostrando que ya existen soluciones inmediatas y concretas para vivir en un mundo solidario”. Hay que ver por ejemplo el impacto del filmMañana, puntualiza. Dichas movilizaciones deben convocar más inteligencia colectiva; construcción ideológica compartida y más política, es decir, interesarse más a la gobernanza mundial, pasando de lo local a lo global”, concluye.
– Sergio Ferrari, colaboración de prensa de UNITE, Asociación suiza para el intercambio de personas en la cooperación