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Las sanciones a Rusia

Ago 16, 2014

 

Con el derribo del avión de Malaysia Airlines en territorio Ucraniano y el intento de EE.UU de atribuirle  la responsabilidad a Rusia, el hecho ha tomado una escalada a través de sanciones  comerciales, económicas y financieras  que no hacen más que facilitar y potenciar al multipolarismo y debilitar  a la estrategia unipolar.

Presionada por EEUU la Unión Europea, el día 29 de julio, acordó imponer  sanciones que afectan varios rubros de la economía Rusa  como la industria petrolera, de defensa y  los productos de doble uso, limitando el acceso de los bancos y empresas gubernamentales rusos a los mercados europeos y estadounidenses.  Europa añadió un embargo a la venta de armas y de productos electrónicos destinados a la industria bélica y EE.UU. sumó una constructora naval rusa a su lista de empresas de tecnología militar vetadas.

 

El gobierno de Putin en respuesta decidió cerrar su mercado interno nacional a la producción agrícola, hortalizas, frutas, carnes y lácteos de los países de la Unión, provocado problemas  a sus países miembros y sus empresarios porque se estima que perderá unos 1200 millones de euros (vale aclarar que Rusia no solo cerró su mercado a la UE sino que  también a los productos de EE.UU, Japón, Australia y Canadá). Inmediatamente el gobierno Ruso dio instrucciones  al Servicio Federal de Supervisión Veterinaria de consultar a distintos países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Ecuador) para que estos aumenten su participación en el suministro de productos alimentarios -mientras la UE trataba de disuadir a los Países Latinoamericanos para que no abastezcan a Rusia-.

 

Pero no solo el mercado de alimentos se ve afectado. Algunos analistas y hasta directivos de importantes bancos norteamericanos mostraron preocupación. Joseph Quinlan, director estratégico del Banco de América, manifestaba: “La crisis ha hecho reconsiderar la preponderancia del dólar estadounidense en el mundo que nos ha tocado vivir” y “Este molesto giro de las relaciones entre Rusia y Occidente por culpa de las sanciones puede ser el catalizador del comienzo de un mundo multidivisa”.  Mientras China acumula oro físico e intenta que el yuan gane cuerpo en el comercio internacional con los Swap (intercambio de dinero a futuro)  extendiendo  su línea hasta Suiza,  llegado a un acuerdo de transacciones basadas en el yuan con las bolsas de Londres, Frankfurt y varios países latinoamericanos.

 

Ante estos acontecimientos  pareciera que EEUU cierra sus garras sobre todos los intereses asentados en el complejo militar industrial, las farmacéuticas, el dólar y el petróleo para sostén de la divisa, pero demuestra que ha perdido cuerpo y no le alcanza ya con desestabilizar medio oriente provocando un genocidio en la Franja de Gaza o en Irak para vender armas, aumentar el precio del petróleo para sostener el dólar o con intentar defaultear a la Argentina y patear el tablero financiero global, o infestar al mundo con ébola para repuntar las ganancias de sus laboratorios.

 

Todos estos movimientos y escaramuzas (Siria, Irán, Ucrania) provocan cada vez más acercamiento entre China y Rusia, lo cual está significando un corrimiento del eje estratégico de la economía mundial hacia el Oriente.

 

El último acuerdo de cooperación estratégica entre Rusia y China posibilita que China se expanda más hacia Occidente. Si a esto le añadimos los acuerdos firmados en Brasil, en la cumbre BRICS (Fondo de Contingencia, Banco de Desarrollo)  más la presencia de la UNASUR y los directivos de la CELAC, los acuerdos bilaterales de Rusia y China con  Venezuela, Cuba, Argentina, Brasil, más las declaratorias hechas en Bolivia en la cumbre del G77, podemos suponer que occidente y la estrategia Unipolar ya no puede hacer valer sus sanciones económicas contra  nadie.

 

Lo que se observa es que el empuje de los fondos de inversión global de las trasnacionales, con su proceso de fragmentación de los procesos productivos a través de la inversión extranjera directa, ha debilitado a las viejas potencias de la triada (EE.UU-Alemania-Japón) al descentrar la economía y la política. Esto  permite el ascenso de nuevos actores: las llamadas potencias emergentes y los nuevos bloques regionales, que se transforman en nuevos polos de poder,  reequilibrando el poder global, con la emergencia de nuevas  instituciones, poniendo en cuestión el centro y la periferia  y las instituciones nacidas en el orden anterior (Breton Wood). Esta crisis ofrece un marco de posibilidad para que los pueblos podamos organizarnos como fuerza social y encontrar una alternativa a la relación social vigente.

 

– Carlos Rang. Docente Universidad Nacional de Río Cuarto, UNRC, Argentina.

 

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