Escrito por Farid Amed (@farid_amed)
Articulo publicado por autorización de la Fundación Casa del Bosque
La tecnología ha sido a la contemporaneidad, lo que el fuego a la civilización; inseparables una de otra, fundamentales para la constitución de su principio de realidad. Sin embargo, si bien la tecnología produce efectos sociales indiscutibles y de calados profundos, son contados los procesos de reflexión que establecen miradas orientadas a identificar las relaciones de poder y políticas que se gestan en el seno de las fuerzas que la producen, la distribuyen y/o las legitiman. Parte del análisis sobre la tecnología se ha orientado en estudiar sus procedimientos de saber, funcionalidades e implementaciones en los ámbitos sociales requeridos (epistemología, ingenierías, ciencias y estudios de la técnica), sus procesos materiales (economía, mercado y consumo) y por último, sus consecuencias sociales a regular (futurología, bioética, derecho en tecnologías), sin embargo -reitero- poco se habla sobre sus relaciones de poder, sobre sus propias relaciones económicas y políticas, ahí, supongo un aspecto ausente en las reflexiones del activismo tecnológico del siglo XXI.
Contexto para el nacimiento de una critica a la tecnología corporativa.
El mundo de la tecnología en occidente esta en su fase de madurez. La evidencia de ello radica en la capacidad de sus fuerzas productivas científicas y técnicas, su poder de gestión corporativa, su dinamismo económico, su penetración global, y con ello, su indiscutible poder político. De ser un escenario articulado a sectores de la economía, hoy – la tecnología y las telecomunicaciones-, pasan a ser un nuevo referente de poder del que dependen -para su funcionamiento- segmentos de los renglones de extracción, producción y venta de productos, igualmente, del funcionamiento del Estado, Instituciones de conocimiento y nuevos modelos de coordinación social.
La tecnología y las telecomunicaciones, antes vistas como un tejido anónimo de empresas de servicios, hoy dejan su pasado discreto para lanzarse con nombres propios, lobby Estatal, poder económico, vínculo geopolítico e intereses definidos a la batalla por la tenencia, concentración y administración del saber tecnológico del planeta [1]. Atrás quedó la tecnología como objeto en si, abstracción o genialidad funcional [2], hoy la lucha por la supremacía corporativa tecnológica avanza y se reorganiza en nuevas relaciones de poder por la explotación, distribución y control de patentes, tratados sobre propiedad intelectual y regulaciones internacionales en telecomunicaciones que dan reciprocidad al predominio en los ámbitos económico, social, político, académico, cultural y geopolítico de las naciones que las impulsan y estimularon su crecimiento. [3]
En el proceso histórico de las relaciones Estado – Empresa, sus antagonismos y limitaciones, hoy vemos repuntar a una nueva generación de corporaciones que se nutren del modelo de desarrollo establecido para el nuevo siglo: el siglo de la tecnocracia, el siglo de la funcionalidad y la eficacia, el siglo hiperconectado. El entramado corporativo de las telecomunicaciones y la tecnología se compone por un tejido global conformado por un puñado de nuevas empresas que hoy hacen empalidecer por sus ganancias, a las organizaciones de trabajo que tejieron el poder de vanguardia en el siglo pasado.
Vivimos un momento especial en la historia de las relaciones empresariales. Supongo la existencia de cinco escenarios de poder económico, a saber. A. Corporaciones basadas en la producción de energía (Petroleo, gas, hidroeléctrica) B. Corporaciones del sector financiero. C. Industria automotriz y textil. D. Industria armamentista y E. Nuevas corporaciones de base tecnológica (software, hardware, telecomunicaciones y semiconductores). Ahí los cinco escenarios de poder del planeta: Sector Financiero – Energético – Armamentista – Automotriz y de Tecnología. Para mayor contexto del lector, Incluyo aquí el último análisis de la revista forbes sobre empresas y ganancias 2014, análisis que sin duda permitirá mayor comprensión de lo arriba expuesto y que a su vez podrá delimitar el nuevo mapa de poder corporativo [4].
La preocupación respecto a la incidencia de las corporaciones en la sociedad, radica principalmente en el poder de ellas en decidir la forma de vida que una mayoría del planeta pueda tener. Sabemos que los intereses corporativos muchas veces -tal vez siempre- van en abierta contradicción a los intereses de la ciudadanía, ejemplos sustantivos como los intereses del mercado automotriz en la no firma del Protocolo de kyoto [5], presión política en contra del recambio tecnológico a energías limpias [6], o la presión del sector energético, en la proliferación de guerras geoestratégicas por recursos energéticos en países como Irak, Afganistán, Bosnia, Venezuela [7] entre otros, sin embargo, poco sabemos de las correlaciones de la industria tecnológica y su “modelo de poder” caracterizado por la imposición al endeudamiento nacional por transferencia tecnológica, importación de modelos de educación para la reproducción de la dependencia tecnológica, eje de impulso en guerras de cuarta generación, escenario de servicios para la ampliación de cobertura de espionaje, entre otras.
Siendo la tecnología (en este caso sus relaciones de poder corporativas) un nuevo brazo de poder del planeta, la preocupación radica precisamente en que no vemos fácilmente sus relaciones de poder, se invisibilizan a través de sus escenarios comunicativos y tecnocráticos, o de su cultura corporativa mediática y de consumo. Google (con 42.000 empleados en Estados Unidos) produce ganancias netas por más de 14.000 millones de dolares en el 2013, y comparado con el producto interno bruto de un país como Nicaragua (con una población de más de 6 millones de habitantes y una fuerza productiva de 2.5 millones de habitantes y un producto interno bruto de 10.000 millones de dolares), la empresa supera en ganancias netas el total del valor monetario de la producción de bienes y servicios de demanda final de este país: ahí el poder de las nuevas corporaciones tecnológicas, ahí el panorama del devenir de poder de las mismas. Hablamos de corporaciones con mayor poder económico que países enteros aún teniendo menos del 5% de fuerza productiva, con mayor proyección y capacidad de endeudamiento, mayor productividad, a final de cuentas, con mayor proyección de dominio.
Para mayor claridad, presento un cuadro de análisis comparativo naciones-corporaciones tecnológicas con énfasis en fuerzas productivas y ganancias.
Hoy en día, no es aceptable abordar el debate respecto a la democracia, la autonomía, la soberanía y las formas de vida y su cotidianidad, sin que exista una postura crítica respecto a la relaciones tecnología-democracia / tecnología-soberanía / tecnología-geopolítica, entendiéndola más allá de su acepción y abstracción, viéndola ahora como un conjunto de relaciones sociales de poder. Sin duda, pasar por alto el dinamismo de un sector que posee una de las mayores capacidades de concentración y proyección económica, presencia global y poder político vigente, sería un gran error de lectura de contexto.
El sector energético, financiero, automotor, armamentista, tecnológico y de telecomunicaciones ( y proyección del sector biotecnológico) hoy abiertamente, hacen parte de un tejido de organizaciones cuyas prácticas e intereses, sostienen las relaciones geopolíticas necesarias para la vigencia de las naciones de las que son hijas. En lo que respecta a la tecnología, hoy es urgente, la construcción de un modelo reflexivo que nos permita identificar sus relaciones de poder, dinámicas, contradicciones y rearticulaciones, para así mismo, entender las afectaciones y limitaciones que éstas relaciones imponen en los escenarios de gobierno, ciudadanía y democracia. Hoy a éste modelo de análisis crítico sobre las relaciones de poder en los ámbitos de la tecnología le llamamos Tecnopolítica.
Tecnopolítica, respuesta crítica a la tecnología corprorativa y sus relaciones de poder.
Diversas acepciones habitan el término tecnopolítica. Hay de las que la consideran como nuevo escenario de racionalización y control de la administración y gestión pública [8], otros la consideran un estudio de las afectaciones que en los procesos de aglutinamiento social, generan los efectos sonoros producidos por la tecnología [9], otros la consideran como un escenario en donde el uso de las tecnologías permite mayor participación e irrupción política ciudadana. [10]. El concepto tecnopolítica es diverso, sin duda.
Sin embargo, invito a pensar aquí a la tecnopolítica como una línea de estudio de base interdisciplinaria, orientada a identificar la composición, expansión, antagonismos e intereses propios de los nuevos poderes corporativos de la tecnología y las telecomunicaciones, su incidencia en la alteración del mapa geopolítico planetario, y sus afectaciones en la práctica de la democracia. (fase metodológica e investigativa).
Seguido a ello, invito a ver a la tecnopolítica, como construcción de un sistema argumentativo que centra la reflexión en el abordaje de la tecnología desde sus relaciones sociales de base política, económica y geopolítica, buscando con ello, aportar nuevos elementos de juicio para el impulso de escenarios de activismo tecnológico orientado a la democratización del mapa tecnológico y de telecomunicaciones. (fase discursiva).
Con el ánimo de proponer puntos de análisis para el estudio, seguimiento e identificación de las relaciones de poder de los agentes que conforman el sector de la tecnología, señalaré aquí tres líneas de abordaje crítico, a saber:
1. Abordaje de la tecnología como un panorama compuesto por sectores diversos, sincrónicos y articulados en bastiones del sector de extracción minera, tecnocientífico, producción industrial tecnológica, distribución global, legitimación académica, jurídica, política Estatal y centros de articulación financiera.
2. Seguimiento del desarrollo económico y sus lógicas de comportamiento corporativas en los ámbitos laboral, medio ambiental, político y de gestión del conocimiento.
3. Mapeo de expansión global de sus relaciones corporativas tecnológicas – Estado – geopolítica.
La tecnopolítica como la entendemos aquí, se arquitectura a través de disciplinas del saber ubicadas en los ámbitos de las ciencias sociales, humanas y económicas. A continuación mostraré un cuadro de referencia en donde intento señalar las ciencias y temáticas de las que se nutre éste concepto de tecnopolítica.
La necesidad de un articulado conceptual desde el cual abordar el suceso de investigación denominado corporación tecnológica y de telecomunicaciones y sus relaciones de poder, se hace urgente en la medida de que hablamos de poderes, cuyo dinamismo e interrelación con sectores mediáticos y Lobby de Estado, le otorgan a sus relaciones sociales de autoconservación, un nivel considerable de disolvencia y penetración social y cultural, dinámicas que sin duda, superan el nivel de freno establecidos desde las prácticas de activismo convencionales, ya sean en el mundo del software, el hardware o la cultura digital.
La necesidad de saber cómo piensan las corporaciones tecnológicas y de telecomunicaciones, cómo se articulan con los Estados, cómo se expanden y a través de qué medios logran su conservación y neutralización de la voluntad social de cambio tecnológico, radica fundamentalmente en que éstas avanzan hoy a pasos agigantados en la concentración y dominio de los medios vitales de comunicación, coordinación y producción material e inmaterial de conocimiento de nuestra sociedad actual, del planeta y específicamente, para interés particular, de América Latina.
América Latina, soberanía tecnológica, dependencia corporativa en telecomunicaciones y activismos.
Décadas de neoliberalismo en América Latina han dado como resultado un panorama de desmantelamiento de infraestructuras públicas de telecomunicaciones, seguido de una avanzada de transferencias tecnológicas circunscritas a la fronteras tecnológicas delimitadas por la Globalización económica neoliberal para el contiente sur americano [11] dicho panorama evidencia la mayor concentración de telecomunicaciones privada nunca antes vista en la región. A continuación mostraré un número de mapas que evidencian el estado de concentración en tele comunicaciones en América Latina, Estados Unidos y Europa, en lo correspondiente a los dos últimos mapas (USA – EUROPA) éstos servirán de punto de partida para señalar el devenir de control de telecomunicaciones en el mundo, por parte de un puñado de corporaciones de telecomunicaciones:
Empresas con mayor superficie en telefonía celular e internet en América Latina:
Vadafone Corporación con mayor superficie en telecomunicaciones en Europa e incidencia en África, India y Oceanía:
Hoy las telecomunicaciones tienen dueño, hoy internet tiene dueño. No es el Estado el dueño de internet (mucho menos los ciudadanos), tampoco del software y del hardware, los dueños son las corporaciones tecnológicas que garantizan la propiedad sobre la tecnología a través de sus paradigmas jurídicos, el papel de los Estados ya no es el de agentes de infraestructura de telecomunicaciones, sino el de agentes de legitimación jurídica y política, exige pues, la necesidad de diferenciar la relación entre Estado y Tecnología (Relaciones sociales para la tecnología) en el contexto de las relaciones políticas, económicas y geopolíticas que establecen las diferencias entre primer mundo y tercer mundo.
Un segmento del activismo tecnológico de América Latina apunta sus acciones en contra de los Estados sin más, sin detenerse a considerar que de los 194 países que conforman el mapa de los estados nación en el mundo, solo 19 de ellos poseen la capacidad tecnológica para vulnerar los derechos políticos tecnológicos de parte de la ciudadanía, aún en el panorama de dichos Estados (Primer mundo), ellos necesitan de la participación de las corporaciones tecnológicas para realizar sus labores de intrusión y otras, el resto de ellos debe rentar directamente la tecnología de corporaciones, debe constituirse en alianza corporativa, sin las corporaciones, no sería posible el uso de la tecnología en detrimento de las libertades ciudadanas. El objetivo hace agua, enfocarse en los Estados cuando éstos necesitan de las corporaciones, ha evidenciado el error táctico del activismo clásico que ve solo Estados y no el tejido global de empresas dueñas de las infraestructuras, dueñas de la tecnología que hoy se diseña y se usa en contra de la ciudadanía y que a la vez hace dependiente a las naciones. El equivoco del devenir activista de calcar las acciones activistas tecnológicas sucedidas en otras latitudes, en donde los Estados son propietarios de infraestructura tecnológica, permite que el dinamismo de las corporaciones quede intacto y siga en aumento en nuestro territorio latinoamericano.
Hoy América Latina lidera 3 procesos de avanzada tecnológica en el planeta: Venezuela con su ley de infogobierno en favor del Software Libre, Brasil con su liderazgo en la campaña mundial por la libertad de internet y Ecuador con su proyecto flok society como nuevo paradigma público y comunitario de la sociedad de conocimiento y la cultura libre. Tres proyectos impensables en otras latitudes con un común denominador: vínculo ciudadanía – activistas – gobiernos progresistas. Sin duda un momento importante atraviesa la historia de América Latina desde la perspectiva tecnológica y de cultura digital. El activismo tecnológico ha dado un paso hacia adelante a través de gobiernos que se han ubicado al margen de la geopolítica tradicional. Nuestro contexto exige nuevos escenarios de reflexión, nuevos roles de activismo tecnológico político, nuestro continente exige un enfoque tecnopolítico que sacuda el coyunturalismo del activismo tecnológico imitado de otras latitudes.
El debate político fue suceso extraño en los ámbitos de la tecnología, segmentos siguen defendiendo el supuesto neutral de la misma. La tecnocracia evita ver el papel protagónico que hoy juegan en la democracia los ciudadanos interesados en las tecnologías. Para hacer tecnopolítica desde América Latina, el camino es claro y sencillo, impensable separar a la tecnología del empleo que se hace de ella, fundamental entender el papel Estado-Tecnología en nuestro contexto de tercer mundo, vital romper el modelo imitante de ulturamar, urgente construir un análisis que aterrice las relaciones de poder en los ámbitos de la tecnología y que haga ver su panorama objetivo. Si bien las tecnologías son globales, los procesos sociales en las que se circunscriben son particulares, propios.
Pensar la tecnopolítica como escenario de reflexión crítica, orientado a la identificación de las relaciones de poder que se producen desde el seno de los complejos tecnológicos, expandiendo y reafirmando lógicas asimétricas que limitan e impiden la circulación del poder ciudadano en la realización de la democracia en América Latina, es hoy, un imperativo activista tecnológico.
Por Farid Amed Julio 19 de 2014.
Farid Amed
Activista Tecnopolítico.
Miembro de la Fundación Casa del Bosque.
FUENTE: http://fcbosque.org/index/activistas-tecnologicos-de-colombia-opinan/item/116-tecnopol%C3%ADtica,-el-cyberpunk-latinoamericano.html
Bibliografía
[1] http://partnershipforamericaninnovation.org/
[2] Mumford, L. (2010). El Mito de La Máquina: Técnica y Evolución Humana. Ed Pepitas de Calabaza.
[3] www.dossiergeopolitico.com/2012/06/ciencia-y-tecnologia-informe-de-situacion-y-perspectivas.html
[4] www.forbes.com/global2000/
[5] CISAN. (2004). Cambio Climático Desacuerdo entre Estados Unidos y Europa. Ed Anal
[6] Zavala Hernández, R. (2012). Influencia Empresarial en la Política de Cambio Climático de Estados Unidos. Norteamérica vol.7 México ene. 2012
[8] Pelekais, F. (2006). Gerencia Pública: Control y Análisis Tecnopolítico. Ed Astrodata
[9] González, P. (2005). Espacios Sonoros, Tecnopolítica y Vida Cotidiana: Aproximaciones a una Antropología Sonora. Orquesta del Caos
[10] Toret, J. (2013). Tecnopolítica: la potencia de las multitudes conectadas. El sistema red 15M, un nuevo paradigma de la política distribuida. Internet Interdisciplinary Institute (IN3)
[11] Mastrini G. (2001). Globalización y Monopolios en la Comunicación en América Latina. Editorial Biblos