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Luego de perder a su familia, tigrillo se prepara para regresar a su hogar

Sep 26, 2012

Tiene año y medio de vida y pesa 3 kilos y medio

El pequeño felino, que perdió a su mamá y sus dos hermanos cuando un vehículo los atropelló en el departamento del Cesar, volverá a habitar en las tupidas selvas de la Costa Atlántica. La Secretaría Distrital de Ambiente (SDA) lo liberará, junto con 100 tortugas e iguanas, el próximo 8 de octubre en una reserva natural en María La Baja, cerca a la Mojana.  A mediados de mayo de 2011, un ciudadano que iba manejando por una carretera cerca a Aguachica Cesar, fue testigo de un crimen contra la fauna silvestre colombiana: la muerte de una camada de tigrillos por parte de un conductor sin escrúpulos.

 

 

Al bajarse del vehículo, este colombiano vio el desenlace de la tragedia: una madre tigrillo con dos pequeñas crías muertos en plena vía. El agresor ni se percató del cruel asesinato y continuó con su trayecto, ignorando que le había arrebatado la vida a tres seres vivos.

Sin embargo había un sobreviviente. Un felino bebé, que se salvó de milagro de ser arrollado, y que estaba petrificado al pie de su familia. Al no contar con la guía de su madre, el cachorro no se movió y quedó inmóvil en la mitad de la carretera.

Consciente de que dejarlo a su suerte en las praderas y selvas del Cesar sería la crónica de una muerte anunciada, el preocupado testigo decidió recoger al “gatico” y llevarlo hasta Bogotá, para cuidarlo y brindarle el alimento que su madre ya no podía darle.

En la “nevera” capitalina vivió en una terraza en el norte por más de 15 meses. Su salvador, conocedor de que el tigrillo es una especie silvestre y no un gato doméstico, lo alimentó primero con carne cruda, menudencias y corazones, ambientó el sitio con pasto; luego, al ver su instinto felino, le puso gallinas vivas, que cazaba con facilidad.

El tigrillo empezó a crecer y a desarrollar la agresividad innata de los felinos. Se escondía ante la presencia del hombre, y pasó de emitir tímidos maullidos a fuertes rugidos. 

Por esta razón su nuevo dueño decidió comunicarse con la Asociación de Protectores de la Fauna Colombiana (Aprofac), para que se contactara con la Secretaría de Ambiente para que lo evaluara y se encargara de él.

El 31 de agosto de 2012, el tigrillo, de aproximadamente año y medio de edad, ingresó al Centro de Recepción de Fauna Silvestre de la Secretaría de Ambiente en un pequeño guacal con una agresividad sorprendente. 

Al destapar su guarida el felino lanzaba sus garras y emitía ensordecedores rugidos, lo cual fue un indicio de que era apto para volver a su hogar nativo.

Sin embargo, los expertos de la SDA tenían que evaluar sus habilidades de caza, su destreza a la hora de moverse, sus hábitos nocturnos y la desconfianza y temor ante el ser humano. 

  

Fue así como pasó a vivir en una jaula de 45 metros cuadrados de ancho por 4 metros de alto, con siete perchas, dos guacales en las partes más altas y varias ramas de árboles. El ideal de esta ambientación fue simular una tupida selva, para así constatar que aún contaba con sus instintos animales.

  

“Al ingresar a la jaula el felino se trepó rápidamente en las perchas y se camufló entre las ramas de los guacales. Este comportamiento es típico de esta especie cuando está en libertad, ya que al sentir la presencia del humano huye y se esconde para evitar ser capturado”, manifestó Yudy Cárdenas, bióloga de la Secretaría de Ambiente.

  

A comer se dijo 


La siguiente prueba que tuvo que superar el tigrillo fue la caza. Para esto, los expertos le suministraron presas vivas, como conejos, codornices y ratas, día de por medio hacia las 4 de la tarde.

  

Al sentir la presencia de su alimento, el tigrillo, que pesa 3 kilos y medio aproximadamente, sale de su escondite y empieza a corretear a la presa. En cuestión de minutos la ataca directamente a la yugular hasta que las asfixia; luego la sube a alguna de las perchas y espera a que caiga la noche para alimentarse.

  

“Los tigrillos son animales nocturnos. Duermen en el día y aprovechan la oscuridad de la noche para cazar. Se le da presa viva día de por medio para que no se acostumbre su metabolismo a tener siempre alimento, ya que en la selva habrán días en los que no encuentre presa. Los domingos ayuna, para que descanse y se relaje”, apuntó Cárdenas.

  

A pocos días de la libertad

  

El 7 de octubre, funcionarios de la Secretaría de Ambiente viajarán rumbo al departamento del Cesar para liberar al pequeño tigrillo y dar cierre a la triste historia que tuvo que padecer. Lo acompañarán 100 animales silvestres más, entre tortugas icoteas, morrocoyes e iguanas.

  

Su nuevo hogar será una reserva natural en María La Baja, sitio cercano a la Mojana, que cuenta con tupidas selvas y praderas en donde podrá cazar su propio alimento y reproducirse con tigrillos de su misma especie, la liberación será el lunes 8 de octubre.

  

“Este tigrillo tuvo que padecer la muerte de su familia y empezar a valerse por sí solo. Gracias a que no fue domesticado por la persona que lo salvó ahora podemos regresarlo a su hábitat natural para que siga con su ciclo de vida normal”, puntualizó Susana Muhamad, Secretaria Distrital de Ambiente.

 

  


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