Movilización 1 de Agosto de 2012
9:45 a.m Parque Nacional – Bogotá
Colombia es uno de los países con más biodiversidad en el mundo y alberga a más del 10% de las especies de plantas y animales mundiales, así como una de las fuentes de agua más importantes del planeta. Pero hoy día, el 40% del territorio colombiano está concesionado o solicitado por megamonopolios imperialistas para realizar proyectos de extracción de minerales, hidrocarburos, agrocombustibles o mega represas, que requieren con ansiedad el control de nuestros recursos para sus negocios en las ramas industriales y tecnológicas en donde estos son estratégicos.
Esta es la propuesta de Juan Manuel Santos de convertir a Colombia en una supuesta “potencia minero-energética”, o para ser más claros, en una plataforma de inversión y saqueo imperialista. De los 114 millones hectáreas que componen el territorio colombiano, más de 8,4 millones están concesionados para la exploración de minerales y más de 37 millones de hectáreas están titulados para la exploración de hidrocarburos.
Además el Gobierno está promoviendo cambios normativos para abrir aún más el camino a la megamineria a cielo abierto y los megaproyectos energéticos. Se ha declarado la minería como una «actividad de utilidad pública y de interés social», lo que permite la expropiación unilateral de bienes; incluso se han concedido títulos mineros en zonas protegidas como páramos, resguardos indígenas y territorios colectivos afrodescendientes.
Colombia ha sido dividida en dos grandes regiones de explotación minero-energética: la zona andina que prospecta para la explotación de minerales y la región oriental de la Orinoquía y la Amazonía para los recursos petrolíferos y los agrocombustibles.
Los productos sobre los que está basado este desarrollo minero energético en Colombia son el oro, el petróleo, el carbón, las grandes represas y los agrocombustibles, aunque también se explota las esmeraldas, la plata, el platino, el níquel o el cobre. Como si no fueran suficientes todas las ventajas fiscales y la falta de regulación de las cuales se benefician los megamonopolios, estos usan todo su poder e incluso se apoyan en las fuerzas represivas del Estado y en mercenarios paramilitares, para que a través del terror obliguen a las comunidades a abandonar o aceptar que sus territorios sean saqueados.
Para las comunidades y territorios afectados por los megaproyectos minero energéticos, el impacto es devastador e irreversible. Se provoca una serie de daños ambientales irreparables, contaminando el agua, los suelos y el aire con metales pesados y substancias químicas. Las consecuencias directas de esta contaminación son la destrucción de la fauna y la flora, y la aparición de enfermedades muy graves, como el cáncer y de orden respiratorio.
La destrucción y contaminación de tierras y aguas arrasa las economías locales, debilitando la soberanía y la seguridad alimentaria del conjunto de la nación. Los trabajadores de megaproyectos minero energéticos también son afectados, en muchos casos las poblaciones de las regiones no son contratadas, o se les contrata con salarios y condiciones adversas.
Por todas estas razones, frente a los impactos de la denominada locomotora minero energética, el MODEP propone los siguientes puntos para una plataforma popular en defensa de la soberanía:
1. Un proyecto de país no puede descansar sobre el esquema expoliador de la gran minería y los Megaproyectos energéticos, sino un modelo de desarrollo que garantice como recursos prioritarios el agua, el suelo y el aire como base de una economía sostenible y soberana.
2. Hacer cumplir las normas existentes que dan prelación a la protección del ambiente y los recursos naturales.
3. Restringir la venta de tierras colombianas a empresas extranjeras.
4. Desarrollar un proyecto nacional minero energético sostenible, subordinado a los intereses populares y a las verdaderas necesidades nacionales.
5. Prohibir formas de contratación de los trabajadores del sector minero energético en condiciones de precariedad laboral y promover su sindicalización.
6. Exigir a los medios de comunicación que no se conviertan en agencias de propaganda de los Megaproyectos imperialistas.
7. Que las fuerzas militares y de policía no estén al servicio de los intereses imperialistas y los planes de consolidación para viabilizar los Megaproyectos minero energéticos, sino al servicio de las necesidades de la soberanía nacional.
8. Apoyar las luchas de los trabajadores y comunidades indígenas, campesinas y afrodescendientes afectados por la gran minería y los Megaproyectos energéticos.
9. Solidaridad internacionalista con las luchas de los pueblos latinoamericanos que enfrentan la agresión imperialista a partir del modelo de la gran minería y los Megaproyectos energéticos.
Movimiento por la Defensa de los Derechos del PUEBLO –
1 de AGOSTO DE 2012