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Historia de la Comunicacion Comunitaria en Bogotá

Oct 28, 2009

LA HISTORIA DE LA RADIO COMUNITARIA EN BOGOTA

 

Por Carlos Acero Rincón

Antena Ciudadana

 

La radio comunitaria en Bogotá era una actividad considerada marginal, vista por muchos como movimientos oscuros venidos de los extramuros de la ciudad y envuelta en la penumbra de la miseria. Quienes la hacían eran considerados locos que no tenían nada que hacer. La sociedad de hace algunas décadas no llegó a calcular los alcances de una radio cercana a los oyentes.

 

La historia de los altoparlantes

 

En medio de un país que en ese entonces promovía una nueva Constitución Política nace hace veinte años la radio comunitaria en la capital del país y se gesta como resultado de  procesos de organización social. Sus primeros inicios son a través de los altoparlantes comunales en los barrios periféricos de la ciudad. La localidad de Usme se convierte en el primer escenario donde se comienza a soñar con la posibilidad de un medio local que exprese el sentir de la gente. Allí un grupo de jóvenes apoyados por las juntas de acción comunal y el Programa de Promoción Profesional Popular Urbano del Sena logran producir un noticiero local que se distribuye en cassetes cada semana a más de 30 barrios de la localidad para que los líderes comunales lo transmitan por sus altoparlantes todos los domingos a las 9 de la mañana.

 

Y entonces después de una histórica primera emisión de 15 minutos esta quijotesca iniciativa se convirtió en todo un acontecimiento social, la emisora por altoparlantes capta la atención de los habitantes de Usme. El domingo se convierte en todo un ritual, familias enteras salen a las azoteas de las casas y las señoras con sus niños salen a las puertas para escuchar la emisión de su noticiero comunitario. La iniciativa ocupa una página completa en una edición dominical de El Tiempo.

 

Así nace la radio comunitaria en Bogotá: por altoparlantes, que luego se multiplican en otras localidades con otros grupos y el sueño se vuelve colectivo. Surgen entonces experiencias similares en Ciudad Bolívar, en Suba, en Kennedy, en Uribe Uribe, en Santafe, incluso con algunas curiosidades: en Kennedy armaron una bicicleta y le montaron un parlante para salir por los barrios de Patio Bonito a contar las noticias del sector, la llamaban “La Radiocicleta”.

 

Fiesta de la Palabra

 

Luego viene una etapa de apoyo institucional que sirvió para visibilizar y cualificar con capacitación a los gomosos radialistas comunitarios, ya que muchos eran lideres sociales que aprenden el oficio de una forma empírica. Se denomina el proyecto “Fiesta de la Palabra”, a él concurren instituciones como el proyecto Enlace del Ministerio de Comunicaciones, Colcultura, la Unidad Coordinadora de Prevención Integral, el Sena, Enda América Latina, entre otras. Estas entidades financian un espacio radial a través de una emisora comercial donde los colectivos de comunicación locales desarrollan su trabajo.

 

Ya un poco más maduros muchos de estos colectivos de comunicación y otros nuevos que surgen en el transcurso de los últimos diez años deciden lanzarse al aíre y es así como comienzan a aparecer en Bogotá las primeras radios comunitarias en el díal, desafiando la prohibición de emitir sin licencia. Estas organizaciones comunitarias encuentran frecuencias libres que utilizan para salir al aire, unos de forma esporádica y otras de forma permanente, portando sobre  sus espaldas el terrible calificativo de ilegales o clandestinos.

 

“Un saludo a los amigos de los barrios El Consuelo y El Dorado que escuchan a esta hora nuestra emisora Ecos a través de la frecuencia 88.4 F.M.”   Los del combo de Ecos de Centrooriente fueron los primeros en salir al aire, lo hacían todos los días después de las seis de la tarde y con el tiempo la comunidad ya sabía que los podía sintonizar a la hora de la comida.

 

Ya por esa época el marco legal de la radio comunitaria, que se logró gracias a un gran movimiento social,  llevó a que el  Ministerio de Comunicaciones adjudicara en 1.997 más de 500  licencias para el funcionamiento de estas estaciones en todo el país. Sin embargo, a Bogotá y a todas las ciudades capitales las dejaron por fuera de esta conquista por determinación expresa del Ministerio de Comunicaciones. 

 

Comienzan las persecuciones

 

Queda un sentimiento de frustración, sobre todo porque muchos de los líderes de este gran movimiento social que logró el marco legal para la radio comunitaria eran precisamente radialistas de Bogotá y Medellín, ahora quedan por fuera de la fiesta y con la prohibición de no entrar en ella.

 

Y ahí comenzó la otra historia. El capítulo de las persecuciones. A los del combo de Ecos de Centro Oriente les decomisan sus equipos con el argumento de que son ilegales y de paso les acaban su proceso organizativo. Y no solamente a ellos, otras iniciativas corren con la misma suerte en Ciudad Bolívar, Fontibón, Suba, Usme, Tunjuelito y San Cristóbal. El Ministerio de Comunicaciones inicia una cruzada para acabar con cualquier vestigio de radio comunitaria en la ciudad.

 

La emisora Vientos Stereo (que emite desde la localidad de San Cristóbal) también es perseguida y obligada a salir del aire. Una caravana de vehículos de la Fiscalía y la Dijin surcan las lomas del suroriente para llevarse hasta el último cable de la emisora. En esas circunstancias se tiene que parar por un tiempo, pero los mismos oyentes piden su regreso y vuelve al dial. Por más de cinco años se emite en medio de esta incertidumbre, apagando por ratos, volviendo a salir al aíre, con el riesgo de que los equipos sean decomisados. Lo mismo sucede con otras experiencias de Ciudad Bolívar, Usme y Suba, las cuales también persisten en su empeño de hacer radio comunitaria.

 

La Acción de Tutela

 

En medio de este panorama surge una salida. Hacia finales del año 2004 un colectivo de abogados dirigido por el Dr. Rodrigo Uprimni y con el acompañamiento de Planeta Paz se interesan en el caso y se dan a la tarea de interponer una Acción de Tutela que es un mecanismo creado por la Constitución de 1991 para defender los derechos fundamentales.  De esta manera un grupo de 15 organizaciones de radio comunitaria de Bogotá, encabezadas por la Red Colombiana de Radio Comunitaria “Recorra” y  la Red Distrital de Radio Comunitaria “Antena Ciudadana”, inician a comienzos del 2005 un proceso legal basado en las peticiones que durante más de diez años se habían hecho al Ministerio de Comunicaciones.

 

La Acción de Tutela es negada por los jueces de primera y segunda instancia, pero la Corte Constitucional decide revisar el caso en marzo de 2006. Los magistrados estudian el proceso y fallan a favor en Julio del mismo año, estableciendo por primera vez una jurisprudencia sobre este tema.

 

La sentencia 460/06 proferida por la Corte parte en dos la historia de la radio comunitaria en el país. ¿Por qué razón? El fallo establece como derecho fundamental las iniciativas de los ciudadanos a crear emisoras comunitarias, es decir le da estatus constitucional a este derecho y por lo tanto lo hace tutelable.

 

Otro aspecto fundamental de esta sentencia de la Corte Constitucional es que si bien es cierto  las emisoras comunitarias requieren de la obtención de una licencia para operar legalmente, debido al uso del espectro electromagnético que es de  propiedad del Estado, las autoridades no pueden transformar el otorgamiento de dicha licencia en una forma de control previo, ni de censura. En ese sentido dice la Corte textualmente: “el referido requisito (el de la licencia) no puede convertirse ni en una forma de censura, ni en un obstáculo desproporcionado el ejercicio de este derecho”.

 

Se abre la convocatoria para las ciudades

 

Gracias a la Acción de Tutela y a la sentencia de la Corte Constitucional el Ministerio de Comunicaciones abre convocatorias para emisoras comunitarias en ciudades capitales;  de esta manera en Junio de 2007 se presenta la primera para las ciudades de Tunja, Riohacha, Quibdo, Mitú y Puerto Carreño. Meses después una segunda convocatoria se abre para otras 15 ciudades: Armenia, Bucaramanga, Cartagena, Cúcuta, Ibague, Manizales, Montería, Neiva, Pasto, Pereira, Popayan, Santa Marta, Sincelejo, Valledupar y Villavicencio y finalmente la tercera convocatoria se abre para las ciudades de Bogotá, Calí, Medellín y Barranquilla.

 

Son en su conjunto más de 60 emisoras comunitarias que operarán en todas las ciudades del país. Un gran logro para democratizar los medios comunitarios en el país.

 

Marco legal de la radio comunitaria en Colombia

 

La radiodifusión sonora comunitaria en Colombia está reglamentada por el Decreto 1981 de 2003, el cual la determina como servicio público de telecomunicaciones sin ánimo de lucro. Solo se puede acceder a ella como comunidad organizada, entendida esta  “… a la asociación de derecho, sin ánimo de lucro, integrada por personas naturales y/o jurídicas, en la que sus integrantes estén unidos por lazos de vecindad y colaboración mutuos en beneficio del desarrollo local y la participación comunitaria”.

 

Esto significa que pueden ser concesionarios de la prestación del servicio de radiodifusión comunitaria las asociaciones, corporaciones, fundaciones, cooperativas, federaciones, organizaciones populares de vivienda, entidades culturales y ambientalistas, precooperativas, juntas de acción comunal, iglesias católicas o cristianas, organizaciones gremiales de pensionados, cabildos indígenas, etc.

 

Dentro de las características más importantes de una emisora comunitaria podemos destacar las siguientes:

 

  • Son estaciones de radio de cobertura local, denominadas clase D en el Plan Técnico Nacional de Radiodifusión Sonora. Su potencia en los municipios no sobrepasa los 250 vatios en la banda de FM. En las ciudades su potencia oscilará entre 10 y 50 vatios, dependiendo del área de cobertura, también en la banda de FM.
  • El artículo 3 del Decreto 1981 de 2003 establece como fines del servicio que debe ser: “…orientado a satisfacer necesidades de comunicación en el municipio o área objeto de cubrimiento; a facilitar el ejercicio del derecho a la información y a la participación de sus habitantes, a través de programas radiales realizados por distintos sectores del municipio, de manera que promueva el desarrollo social, la convivencia pacífica, los valores democráticos, la construcción de ciudadanía y el fortalecimiento de las entidades culturales y sociales. Por tanto todos los concesionarios tendrán la obligación de ajustar sus programas a los fines indicados”.
  • Respecto a la forma de financiación las emisoras comunitarias podrán transmitir pauta publicitaria hasta quince minutos por hora de programación.  Podrán igualmente recibir patrocinios, auspicios y  aportes de organizaciones nacionales o internacionales.
  • Los concesionarios de radio comunitaria deben de conformar una Junta de Programación que será la encargada de la formulación y seguimiento de las políticas, planes y programas en materia de programación de la emisora. La Junta de Programación estará integrada por diversas organizaciones sociales del municipio (o de la localidad para el caso de Bogotá) y también instituciones locales. Cada organización representa un sector, por ejemplo: arte y cultura, desarrollo comunitario, educación, salud, economía y empleo.
  • Dentro de las limitaciones para las emisoras comunitarias encontramos que no pueden transmitir publicidad política ni programas con fines proselitistas, tampoco podrán encadenarse, solamente en forma ocasional podrán efectuar transmisiones simultáneas de programas de interés común, pero sin llegar a constituir una cadena radial.{jcomments on}